DECLARACIÓN DE LOS FEMINISMOS EN EL FORO SOCIAL MUNDIAL 2022

La Asamblea de Mujeres por Otros Mundos Posibles se ha reunido en la Ciudad de México en momentos de gran incertidumbre para el devenir de la humanidad. La estrategia de globalización neoliberal ha profundizado, de manera acelerada, la depredación y el ataque a la vida para seguir sosteniendo el dominio de un orden capitalista, patriarcal y racista

La crisis pandémica y la más reciente escalada de la guerra y el militarismo, expresan los actuales alcances de un sistema que lleva al extremo la concentración de la riqueza y el poder, la destrucción y menosprecio hacia todas las formas de vida, las desigualdades y violencias.

Pero desde los pueblos, y especialmente desde las mujeres, se proyecta un caudal de experiencias, luchas y propuestas hacia la transformación, hacia la construcción de un mundo libre de capitalismo, de patriarcado, de racismo y de toda forma de violencia hacia la comunidad de vida.

Por eso reafirmamos que Otro Mundo es Posible y decimos:

NO A LA GUERRA Y LA MILITARIZACIÓN

La guerra es el más nefasto ataque a la vida. Su estela de destrucción se ensaña con los pueblos, especialmente con las mujeres que asumen el cuidado de sus familias y comunidades en medio de toda clase de privaciones, del éxodo y migración forzosa, y que están expuestas a violencias exacerbadas.

Guerras declaradas y no declaradas, despliegue de las ilimitadas posibilidades de la guerra híbrida, invasiones, ocupaciones se mantienen en distintos puntos del planeta, sin que los ‘poderes mundiales’ desplieguen las iniciativas y esfuerzos necesarios para salidas negociadas hacia la paz. Vemos hoy, por el contrario, una escalada militarista y armamentista que expresa intereses geopolíticos y corporativos, a costa de efectos globales de alta inflación, aumento de la inseguridad alimentaria con riesgo de hambrunas, crisis energética, recortes adicionales de la salud y educación públicas, todo lo cual empeora las condiciones de vida de las mujeres y los pueblos, y deteriora el ambiente de manera exponencial.

Decimos No a la Guerra, en todos los continentes. No a las políticas de la OTAN dirigidas al control del planeta con predominio de las corporaciones norteamericanas. No a los acuerdos coloniales que arrasan con las vidas de las mujeres y pueblos en los territorios ocupados.

Somos solidarias con el pueblo palestino y particularmente con las mujeres palestinas, que enfrentan múltiples violencias en el contexto de bloqueo y ocupación de sus territorios y de las políticas del régimen de apartheid impuesto por el Estado de Israel. Saludamos y abrazamos la histórica resistencia de las mujeres saharaui y su grito de libertad contra todas las formas de opresión colonial. Estamos junto a las mujeres en Ucrania, con las feministas rusas, junto a las mujeres y el pueblo Kurdo, junto a las organizaciones territoriales de Colombia y sus lideresas que afrontan la eliminación sistemática; estamos junto a todas las mujeres que luchan y resisten.

Desde la ética y la experiencia feminista llamamos a asumir formas no violentas para abordar los conflictos, poniendo por delante la vida, el bien común, la solidaridad, la construcción de paz con justicia.

BASTA DE MERCANTILIZAR LA VIDA

El planeta ha sido sometido a la lógica de apropiación privada, negocios, ganancias y acumulación concentradas. Desde los asuntos materiales hasta los más simbólicos e íntimos se han sometido a la mercantilización. La destrucción material y cultural que conlleva este modelo ha puesto al planeta en crisis terminal

Denunciamos el impacto de la perversa alianza entre patriarcado, colonialismo y capitalismo, que se manifiesta en la invasión de cuerpos y territorios. La realidad pandémica mostró la estrecha relación entre la propagación del Covid y un modelo productivo basado en la deforestación, el extractivismo, los agro tóxicos, las semillas genéticamente modificadas, la comida ‘envenenada’, la contaminación del agua, la generación incontrolada de desechos, las tecnologías digitales invasivas, la deslocalización de la producción y el comercio.

Pese a esta evidencia, al mismo tiempo que muchos miles de personas y colectivos se niegan a volver a la “normalidad” anterior, en la post panemia vemos que se ratifica y profundiza el mismo modelo, se acentúa la concentración y el control de los gigantes tecnológicos sobre todos los ámbitos de la vida. Un poder corporativo sin límites suplanta, hoy por hoy una institucionalidad democrática debilitada y rehén de esos intereses globalizados.

No da marcha atrás el esquema económico financiarizado y especulativo. El endeudamiento alcanza ya no solo a los países sino a las comunidades, a las familias y a las mujeres. Vivir endeudadas representa un chantaje sobre nuestras posibilidades de autonomía. Para nuestros países, con las infaltables imposiciones del FMI, implica la erosión de soberanía, la imposibilidad de proyectos propios, la precarización del trabajo, la afectación de derechos a la educación, a la vivienda, a la salud, a una vida digna.

La alternativa de otra economía, que salió a relucir como ‘resiliencia’, existe y resiste. A pesar del asedio del capital, está significativamente presente en las economías campesinas e indígenas, en la agroecología, en todas las formas económicas que priorizan los cuidados, el trabajo, la vida, en general protagonizadas por mujeres aún en medio de injusticias y desigualdades.

Desde la visión y la experiencia feminista de la economía, aportamos al mundo pautas de una economía para la vida:

La prioridad es atender las necesidades básicas de vivienda, educación, ingresos básicos, sanidad, para todas/os, para lo que se impone un consenso social en torno al imperativo de gravar a las grandes fortunas e ir hacia formas alternativas de reactivación económica, lo que incluye redefinir los trabajos socialmente necesarios y aquellos trabajos biocidas que tendrán que reconvertirse en un nuevo esquema de trabajo y producción con claves ecofeministas.

Reafirmamos que el cuidado de la vida constituye el núcleo y el sentido de la economía. Los aportes de las mujeres, entregados pese a las injusticias de la división sexual del trabajo y a la desvalorización, han sido cruciales para sostener la vida de las sociedades y de la naturaleza, para encarar la devastación del capital. Es hora de asumir los cuidados desde la igualdad y la solidaridad.

Subrayamos la importancia estratégica de la producción local, de la capacidad de respuesta propia basada en redes socio productivas, en la solidaridad y la complementariedad. Para eso es indispensable el reconocimiento y protección de los territorios de los pueblos y comunidades originarias.

Destacamos el potencial de una agenda de transformaciones que hemos contribuido a construir y que es inaplazable: nueva arquitectura financiera, justicia fiscal, comercio justo, monedas alternativas, economía social y solidaria, agroecología, soberanía alimentaria, soberanía energética, relaciones armónicas con la Madre Tierra.

LA VIOLENCIA PATRIARCAL MATA Y ASFIXIA LA VIDA DE LA SOCIEDAD TODA

Este tema nos llena de dolor e indignación. Las sostenidas luchas feministas han llevado a logros en el reconocimiento formal de derechos, a cambios en ciertos patrones culturales, pero una conjunción de viejas formas de dominio masculino con diseños patriarcales actualizados, hasta tecnologizados, dan como resultado una escalada del feminicidio, la violación, el acoso a las mujeres, a las niñas y las disidencias sexuales, en medio de impunidad y hasta complicidad.

Las leyes conquistadas en la calle son implementadas a medias o directamente negadas en el accionar concreto de los gobiernos. En algunos países ganamos el derecho al aborto, pero nos obligan a seguir dando enormes batallas para garantizarlo. La alianza entre grupos de derecha e iglesias retrógradas ha llevado, en algunos casos, a verdaderas cruzadas contra los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual.

Pero hay otros terrenos en los que se despliega esa violencia empeñada en mantener el control sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos. La violencia de género en la política, que hemos logrado hacer visible y en algunos casos punible, pero persiste. Más aún, se extiende ahora al asesinato y el amedrentamiento hacia las mujeres de los pueblos originarios y de las comunidades que defienden la tierra, el agua, los bosques, la soberanía alimentaria, las semillas y los territorios.

Persistiremos en nuestras luchas por una vida libre de violencia para nosotras y para el mundo, con iniciativas de todas las escalas, locales, nacionales, globales, con dinámicas de sororidad y solidaridad, e interpelando a los movimientos sociales y a la sociedad toda que deben asumir este tema como propio y prioritario.

En este FSM 2022 afirmamos más que nunca nuestro compromiso de pensamiento y acción feminista para una transformación que nos lleve a sociedades de los cuidados y del Buen Vivir.

Llamamos a los poderes globales y a los gobiernos a asumir los Derechos humanos y los Derechos de la Naturaleza, que son indisociables, como el marco de mínimos democráticos de una agenda de defensa de la vida y del bien común.

Exigimos el cese de todas las guerras, de las ocupaciones y la militarización. Es hora de construir paz con justicia y sin impunidad.

Reafirmamos nuestra voluntad de tejer alianzas fuertes, trabajar juntas sin jerarquías, promover la revolución de las multitudes hacia el Otro Mundo que no puede ya esperar.

*Versión presentada en la Asamblea de Mujeres por Otros Mundos Posibles, CDMX, 5 mayo 2022